Todas las enfermeras a domicilio en Madrid y el resto de personal sociosanitario que trabaja con Servisalud sabe que, cuando una persona sufre un ictus, puede darse el caso de que tenga una recuperación satisfactoria, que le queden secuelas graves y o que no logre superarlo.
El principal condicionante relacionado con el alcance de las secuelas de un ictus es la gravedad inicial, algo relacionado con el tamaño de la arteria obstruida y con el área del cerebro lesionada.
Otro de los factores que influyen es la edad de la persona. Los mayores tienen una capacidad limitada de recuperación y, frecuentemente, están aquejados de otras enfermedades que pueden llegar a complicar la evolución tras un ictus. De todos modos, es más importante la edad biológica que la cronológica. ¿Qué quiere decir esto? Que gozar de una buena salud previa favorece la recuperación tras el ictus con independencia de la edad.
Complicaciones y secuelas
Las personas que sufren un ictus pueden presentar algunas complicaciones y secuelas. Por ejemplo:
- Dificultades para caminar o pérdida de sensibilidad en las piernas
- Pérdida de fuerza, del control de movimiento o falta de coordinación. Esta es una discapacidad secundaria que suele mejorar, aunque es posible que, a pesar de la rehabilitación, la recuperación no sea al 100%
- Tendencia a caerse. En estos casos se ejercita y fortalece la musculatura y se entrena el equilibrio. Es importante identificar y modificar rincones de casa que puedan entrañar riesgo de caídas (quitar alfombras, usar sillas en la bañera, asideros, etc.).
- Trastornos visuales. En ocasiones se da una pérdida de visión de la mitad del campo visual (hemianopsia). Con entrenamiento se compensa. En concreto, girando la cabeza para mirar hacia el lado dañado.
- Trastornos en el lenguaje. Un logopeda valorará y definirá la hoja de ruta de la rehabilitación cuando sea posible.
- Espasticidad. Es una contracción permanente de algunos músculos. Puede ocasionar rigidez, dolor, contracturas y complicar algunos movimientos.
- Trastornos de la sensibilidad. Se presenta hormigueo, sensaciones desagradables o falta de sensibilidad al tacto.
- Dolor superficial. Provoca sensación de quemazón o pinchazo que empeora con el tacto, el agua o los movimientos. Se denomina “dolor central”. Determinados fármacos antidepresivos y anticonvulsivantes ayudan a controlar este tipo de dolor. Las personas que han padecido un ictus también pueden tener dolores en el hombro del brazo paralizado. Puede utilizarse algún analgésico simple. De todos modos, si el dolor persiste tendrá que intervenir un especialista.
- Disfagia o dificultad para tragar. Se puede modificar la dieta, la textura de los alimentos o utilizar técnicas de alimentación seguras.
- Incontinencia urinaria. Es una afectación, por lo general transitoria, aunque puede permanecer en pacientes con secuelas importantes. Si persisten los problemas, hay que consultar con los profesionales sanitarios sobre el tratamiento y manejo de la incontinencia.
Alteraciones del estado de ánimo
La persona puede padecer, además, depresión, apatía, irritabilidad o labilidad emocional. Todas estas son secuelas del ictus. En cualquier caso, en Servisalud te insistimos en que se debe consultar con los profesionales sanitarios.
En cuanto al deterioro cognitivo (disminución de la memoria, atención, orientación, dificultad en la planificación y organización en las tareas), este puede mejorar con el tiempo. La rehabilitación y recuperación después del ictus muchas veces no es completa. El objetivo es ayudar al paciente a adaptarse a su nueva situación, recuperar la autoestima y mejorar su autonomía.
En el caso de las lesiones moderadas o graves, la mayor parte de la recuperación se da en los tres primeros meses. Después prosigue de manera más lenta hasta los seis meses. Algunos pacientes siguen con su recuperación leve hasta el año. El tipo de rehabilitación (fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia u otros) depende de la edad y de los objetivos.
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